
Praga es una ciudad de cuento: la ciudad de los castillos, de los puentes, de las plazas, de las construcciones que enamoran de un vistazo.
Viajé por primera vez a Praga en 2003, cuando todavía era un adolescente, y quedé prendado de esta ciudad que une tanta belleza en un mismo lugar. Años después regresé, para no despertarme de ese sueño y confirmar que Praga es, en efecto, la belleza a orillas del Moldava.
Pero Praga ya no es hoy en día un secreto. La capital checa compite con las gigantes europeas en atractivo y cada día resulta mas difícil caminar por sus calles, más preparadas para paseos reflexivos de café en café que para grandes excursiones.
Caminar por Praga es hacerlo por el medievo, por tiempos lejanos de calles adoquinadas y luces tenues al llegar la noche.
¿Me acompañáis a recorrer la capital checa?
Arrancar el día en el puente de Carlos
Recuerdo la primera vez que pisé este puente y todavía me emociono: recorrer sus poco más de 500 metros es como hacer un viaje en el tiempo, lleno de estatuas, transeúntes anonadados por su belleza y torres, muchas torres. En sus adoquines, discurren los paseantes que intentan tocar la imagen de san Juan Nepomuceno, asesinado, cuyo cuerpo fue arrojado desde este puente, y, sobre todo, vendedores ambulantes de arte y de joyas, y cantautores que interpretan sus canciones para amenizar a los visitantes.



Os recomiendo cruzar este puente a primera hora de la mañana, para sentir mejor la magia del lugar. Estaréis casi solos y pasearlo será más auténtico que hacerlo acompañados de cientos de turistas. Además, debéis disfrutar de él no solo cruzándolo, si no contemplando desde la orilla o desde otros puentes su bella silueta.
Admirar la plaza de la ciudad vieja
Pocas plazas pueden competir con esta bella plaza de Praga, llena de vida, de iglesias, con su imponente torre del ayuntamiento y sus coloridos edificios.
Nuestra Señora de Tyn

Sin duda representa uno de los iconos de la ciudad. Aunque su fachada sobresale y es visible desde la plaza de la ciudad vieja, el acceso a esta iglesia está escondido entre los edificios. Sus torres de 80 metros de altura llevan los nombres bíblicos de Adán y Eva.
En su interior, podrás encontrar numerosas obras de arte góticas así como el órgano más antiguo de la ciudad y la tumba del astrónomo Tycho Brahe, uno de los más importantes de la historia que si bien es danés, vivió y falleció en la ciudad de Praga.
La entrada es gratuita aunque se recomienda dejar una donación de 25 CZK (1 euro aproximadamente) y los horarios son:
De marzo a diciembre:
- Martes a sábados: de 10 a 13 horas y de 15 a 17 horas
- Domingos: de 10 a 12
Enero y febrero:
- miércoles de 17 a 18:30
- jueves: 10 a 12 y 17 a 18:30
- viernes: 10 a 12 y 14:30 a 16
- sábado y domingo: 10 a 12
Reloj astronómico de la torre del ayuntamiento
El reloj astronómico es uno de los principales reclamos de la plaza y no es para menos ya que se trata del reloj astronómico en funcionamiento más antiguo de Europa.
Fue construido en 1410 por el maestro relojero Hanus. Cuenta la leyenda que los concejales lo dejaron ciego al finalizar el reloj para que no pudiera hacer otro igual en ningún sitio. Posteriormente fue perfeccionado en el siglo XVI por Jan Taborsky.
Si pasas en una hora en punto desde las 9 hasta las 21, verás el famoso desfile de los doce apóstoles que se convierte en un reclamo ya que nadie se lo quiere perder.
Iglesia de San Nicolás


Esta iglesia barroca de fachada beige y cúpulas verdes es un referente para los turistas ya que se encuentra ubicada en la plaza más famosa de la ciudad. Es interesante entrar a esta iglesia para poder apreciar los frescos de su cúpula que representan a san Nicolás y la Santísima Trinidad, el púlpito que es una joya del barroco y el órgano que, según se cuenta, tocó el mismísimo Mozart cuando visitó la ciudad de Praga.
Monumento a Jan Hus
El monumento se encuentra en un lado de la plaza y se construyó en honor a Jan Hus que fue un teólogo y filósofo checo que murió en la hoguera acusado por herejía. Se le considera uno de los precursores de la Reforma Protestante y sus seguidores llevan el nombre de husitas. En este monumento, Hus mira de frente a la iglesia de nuestra señora del Tyn que fue el principal templo husita a inicios del siglo XV.
Ascender al castillo de Praga
Para ascender hasta lo alto de la colina donde se sitúa el famoso castillo de Praga, lo más habitual y recomendable es hacerlo caminando para así disfrutar de la tranquilidad del barrio de Mala Strana y disfrutar de sus casas de colores.
Catedral de san Vito




Callejón de Oro
Sentir el barrio de Mala Strana
El barrio de Mala Strana se encuentra a la otra orilla del río Moldava, con respecto a la ciudad vieja. Se caracteriza por su tranquilidad, sus coloridas casas y empedradas calles. Es de obligatorio paso ya que se encuentra entre el puente de Carlos y el castillo de Praga.


Iglesia de San Nicolás
La iglesia de San Nicolás de Mala Strana que no se debe confundir con la ubicada en Stare Mesto es una joya del barroco en Praga. Es bonito encontrársela siempre entre las calles mientras paseas por el tranquilo barrio de Mala Strana. Desde su torre, a la que todavía se puede subir a día de hoy para tener unas excelentes vistas de Mala Strana y de Praga, se vigilaban las embajadas extranjeras durante la época comunista.
Niño Jesús de Praga
Relajarse en la isla Kampa
Esta pequeña isla, situada muy próxima al puente de Carlos, es un hermoso rincón donde descansar y relajarse durante el verano y los días soleados disfrutando de las vistas de la otra orilla de Praga.
Muro de John Lenonn
El conocido como muro de John Lennon fue uno más de los muchos que se encontraban en el barrio de Mala Strana, donde constantemente se hacían graffities con figuras y citas pacifistas. Hoy es un punto de reunión de músicos y otros artistas así como de gente que se viene a tomar su foto con el muro como fondo.


Desde la ciudad alta, que preside orgulloso el castillo que alberga la Catedral, hasta el río Moldava, que con su serpenteo se convierte en una verdadera arteria principal, dividiendo la ciudad en dos, Praga es una sucesión de monumentales edificios, bellas plazas e intrincadas calles en las que perderse, así como de lugares desde los que contemplarla desde lo alto. Porque no importa donde estés o hacia donde mires, Praga está llena de torres.


¡Hola Rubén!
Coincidimos contigo en que Praga es una de las ciudades más bonitas de Europa, y nos atreveríamos a decir que del mundo.
Nos gustó todo, pero si tuviéramos que quedarnos con un lugar que visitar en Praga, sería con el Castillo. La catedral nos parece espectacular y el Callejón del Oro es precioso.
Cuando fuimos la última vez el Reloj Astronómico estaba en obras, así que no pudimos ver el desfile de los Doce Apóstoles, ¡qué rabia! y, por cierto, no sabía yo que las dos torres de la catedral de Nuestra Señora de Tyn (que es espectacular) se llamaran Adán y Eva… ¡gracias por el tip!
He visitado tres veces Praga, y la primera, ya hace unas décadas, me resultó tan turística como lo sigue siendo ahora. Eso es lo que peor llevo de esta ciudad, que sin duda es una de las más bonitas de Europa. Por eso, las dos veces que la he visitado en invierno la he disfrutado más, con más frío y menos luz, pero más tranquilidad. Además muchas de esas torres que nos mencionas cierran en invierno (supongo que por falta de turistas). Y la verdad es que las vistas desde todas ellas son maravillosas.
Hola Rubén,
Me ha encantado este paseo por Praga. Nosotros la visitamos de casualidad porque gané unos billetes de avión en las charlas de Minube en Fitur 🙂
Me gustó, aunque no es de mis favoritas, quizá por el agobio dada la cantidad de gente que había. Sí la recuerdo como una ciudad llena de música con muchos conciertos por la calle, algo que nos encantó.
¡Un saludo!
Praga, una ciudad de cuento. Yo la visité por primera vez antes que tú (en el siglo XX, jejeje) y ya era una ciudad masificada. Tras la caída del muro la capital checa entró en el mapa de muchos viajeros que enseguida cantaron las maravillas de la ciudad de la torres, como acertadamente la llamas, en cuanto regresaron a casa. He regresado otras dos veces, en pleno invierno, y aunque es imposible encontrar vacía la ciudad, es cierto que el frío la hace menos atractiva. Al menos para la nariz y los pies. No me importaría regresar, porque me parece una lugar maravilloso, y de entre todos los lugares que mencionas, personalmente me quedo con Mala Strana. Puede que por ser algo más tranquilo que la ciudad vieja.
Estoy de acuerdo contigo, para mí Mala Strana también tiene algo especial. Creo que es la calma con la que se vive en esta zona a comparación con la otra orilla del río. Yo la visité en marzo la primera vez y la verdad que sí que la recorrí sin apenas gente, quizás por eso me chocó tanto cuando la visité en pleno verano.
Por aquí otros que regresamos a Praga. Nos encantó la ciudad y nos surgió la oportunidad de regresar, así que ni lo pensamos. Como recomendación cito Vysehrad, una antigua fortaleza en el sur de la ciudad con preciosas vistas y jardines donde pasear sin las aglomeraciones tan habituales en el centro.
Un saludo.
La verdad que siempre he llevado apuntado ese lugar pero nunca me ha dado tiempo porque siempre he hecho breves escapadas a Praga. La próxima vez si que no me lo pierdo, seguiré tu consejo.