
Chachapoyas, alejada del mundo moderno, es una típica ciudad de la serranía peruana en la que semeja que el tiempo se ha quedado estancando, y que conserva, por tanto, su misticismo intacto. Sus calles coloniales, empedradas, y sus casonas blancas proporcionan en cada esquina una experiencia particular que cada día atrae a más viajeros hasta ella.
Situada en la cuenca del río Utcubamba, que perfora con sus angostas gargantas la sierra peruana, y en el departamento de Amazonas, aunque sin relación con el río del mismo nombre, la naturaleza que rodea este enclave es uno de sus puntos fuertes. No en vano, en sus inmediaciones está la impresionante catarata de Gocta, una cascada doble de 771 metros cuyos 540 metros de caída libre la convierten en la quinta más alta del mundo.
Sin embargo, la joya que hace que miles de personas se desplacen a vivir la aventura de conocer este lugar es la cercanía del complejo arqueológico preinca de Kuelap, bautizado como el nuevo Machu Picchu y que, junto a los misteriosos Sarcófagos de Karajía, hacen de esta una región única.
Chachapoyas es una ciudad bastante aislada, por lo que los accesos son complejos. Para llegar, se debe volar al norte de Perú, a las ciudades de Jaen o Tarapoto y, desde estos aeropuertos, tomar un bus (o un coche) y viajar otras cuatro o nueve horas, respectivamente, por carretera.

Antes de salir a explorar los alrededores, en la ciudad de Chachapoyas destacan su Plaza de Armas, en torno a la cual, como en otras ciudades peruanas, se reúnen los vecinos; y que está presidida por su blanquísima Catedral. También merece un paseo la calle Jirón Amazonas, con sus típicas viviendas coronadas por soportales de madera. En las inmediaciones, y para aprovechar al máximo las múltiples bellezas de esta área, os propongo dedicar tres días a otras tantas visitas imprescindibles.
KUELAP
El lugar más singular que albergan los alrededores de Chachapoyas es el complejo arqueológico de Kuelap, cuya dimensión y valor ha llevado a que sea comparado con el propio Machu Picchu.
En la actualidad, para acceder a este yacimiento existe un teleférico que lleva hasta la base. En mi caso, tuve que tomar un autobús durante casi 3 horas por unas carreteras llenas de curvas y sin asfaltar en algunos tramos. Una vez allí, la ruta a pie es sencilla y lleva unos 20 minutos en los que puedes disfrutar de bellos miradores hacia el valle.

Iniciado en torno al siglo XI por la cultura Chachapoyas, esta curiosa fortificación preinca destaca por sus imponentes murallas, que rodean la montaña sobre la que se alzan sus construcciones y que, a diferencia de otros yacimientos, actúa apuntalando la cumbre sobre la que se desarrolla la ciudad.
Su elevada altitud –se encuentra a 3.000 msnm– y las dificultades de acceso hicieron que el principal problema para la vida en ella no fuese el riesgo de ser atacados, si no algo tan sencillo como el suministro de agua.
La entrada a la propia ciudadela se realiza a través de unos estrechos pasos en pendiente, que dan acceso a un complejo urbano organizado en el que pueden observarse los restos de multitud de viviendas y edificios para otros usos. Además, su cima invita a la conexión total con la naturaleza, percibiendo la fuerza del viento y escuchando el envolvente crujido de las ramas de los árboles.
CATARATA DE GOCTA

La impresionante catarata de Gocta es accesible a su punto inferior desde la localidad de Cocachimba, aunque el camino resulta impracticable al comenzar la época de lluvias. Desde San Pablo, sin embargo, se llega con una ruta de unas dos horas y media al punto intermedio de esta cascada doble y se pueden observar perspectivas inmejorables.

Durante las dos primeras horas, la caminata es agradable, por terrenos llanos en los que recrearse con maravillosos paisajes de un verde intenso. En época de lluvias, toda la zona se convierte, además, en un valle de cascadas que dan una idea de lo que estás a punto de encontrarte.
En torno a las dos horas de ruta se llega a un mirador desde el que se puede observar una de las mejores imágenes de la doble caída de Gocta y, a partir de ahí, la caminata se hará más difícil, con un ascenso paulatino. Los últimos cinco minutos, hasta la base de la primera caída de agua, son bastante peligrosos y solo aptos para los más intrépidos que, a cambio, podrán recompensarse con un baño.

Antes de llegar a la catarata se percibe claramente el rugido del agua y una fina lluvia que cubre todo, y que no es más que la cortina de agua que genera la caída. En su base, es imposible no maravillarse con esta increíble creación natural, rodeada a su vez de verdes montañas y caídas de agua que te recuerdan que te encuentras en la ceja de selva peruana.
QUIOCTA Y SARCÓFAGOS DE KARAJÍA
Desde la ciudad de Lamud, y pertrechados con calzado adecuado y una linterna, se accede a la Caverna de Quiocta. El transporte deja al visitante en un prado que, bajo su superficie, alberga una de las múltiples cuevas de la zona, a la que se accede por un agujero en el terreno. Aunque no son angostas, en su interior se pierde la luz natural, por lo que será necesario emplear una linterna.

En un terreno muy embarrado y con múltiples riachuelos subterráneos, en el interior de esta cueva es sencillo sentirse como un explorador. Si bien no es de las mayores cavernas de la zona, la experiencia de libertad y aventura que se respira en su interior, la hace, en mi opinión, imprescindible.
Esta caverna está además, muy próxima a nuestra siguiente visita: los sarcófagos de Karajía. Desde un pueblo cercano comienza una ruta de unos 20 minutos que es sencilla a la ida (en bajada) y más dificultosa a la vuelta (de unos 40 minutos). Al llegar, se puede contemplar una montaña rocosa que alberga en lo alto seis sarcófagos, ataúdes funerarios de la cultura chachapoyas que presentan formas humanas y que miden hasta dos metros y medio de alto.

Una de las mayores incógnitas de estos elementos es como fueron construidos y colocados a esa altura, en una ladera escarpada, así como el origen de las tonalidades rojas con las que están pintados. Explorando por la zona puedes además encontrarte entre las rocas restos de huesos que dan testimonio de prácticas relacionadas con la magia.

Estos sarcófagos no son los únicos que existen, aunque si los más visitados. A pesar de su belleza y de su fragilidad, por el momento no se han realizado demasiados estudios ni atenciones para su conocimiento.
BONUS TRACK: MAUSOLEOS DE REVASH
Aunque lamentablemente no llegué a visitarlos, no quiero dejar de incluir entre los lugares imprescindibles en esta extensa zona los Mausoleos de Revash, una necrópolis chachapoyas ubicada a 2.800 msnm y accesible desde el poblado de Yerbabuena.
Se trata de sepulcros colectivos que ocupan cuevas naturales o excavadas en la pared rocosa de un impresionante barranco y que, además de pintura, presentan elementos tan curiosos como tejados a dos aguas, varios niveles o ventanas en forma de T. En las inmediaciones, pueden verse las rocas pintadas con distintos símbolos.

De difícil acceso, mística y conectada por completo con la naturaleza, Chachapoyas y su región ofrece al visitante impresionantes recursos paisajísticos y vestigios arqueológicos asombrosos y, en buena parte, aún desconocidos, que hacen de esta visita, a pesar de cualquier dificultad, imprescindible, al tiempo que todavía muy auténtica. Confío en que estas rutas que os propongo os hayan servido para abrir boca y para marcar este punto en vuestros mapas.
Qué paisajes más impresionantes!! La verdad es que leyéndote y viendo esas imágenes dan ganas de plantarse allí rápidamente 🙂
Una cuestión: ¿Es sencillo moverse por carretera de un lugar a otro? ¿Para visitar los mausoleos de Revash sería necesario un día más?
Gracias!
Esta región de Perú es rica tanto en patrimonio cultural como en naturaleza, todavía muy desconocida en el mundo y por eso resulta más interesante para explorar y descubrir rincones de los que poco se conoce.
En cuanto a tus preguntas, es sencillo moverse por carretera ya que todos los lugares que recomiendo tienen accesos hasta el inicio de las rutas de senderismo. Desde ese punto, si que no queda otra opción que caminar, siendo la más larga la ruta de la catarata de Gocta.
En mi caso, estuve 3 días enteros e hice las 3 rutas que propongo (1 por día) por lo que para los mausoleos de Revash, sería necesario sumar un día más. En ese día, puedes aprovechar en visitar los propios mausoleos y el cercano museo de Leymebamba con más de 200 momias y sus ofrendas funerarios, que tiene una pinta magnífica.
Si viajas a Perú e incorporas Chachapoyas en tu ruta, no te arrepentirás porque te ofrece de todo.
Un abrazo
Veo que Chachapoyas lo tiene todo. Yo estuve en Perú hace 15 años, pero no visité esta zona, habrá que volver.
Perú tiene muchos lugares mágicos por recorrer, te recomiendo que vuelvas y descubras esta joya de la sierra peruana. Saludos
Cuando la mayoría de la gente piensa en Perú, la primera imagen que le viene a la mente es la de Machu Picchu…
Nosotros todavía no hemos ido a Perú, pero ahora sabemos que el país es mucho más que Machu Picchu. 😃 Las cataratas de Gocta nos han dejado sin palabras… ¡qué paisajes! 😍 Además esos senderos seguro que los disfrutaríamos mucho, porque somos aficionados al trekking.
¿Cuántos días nos recomendaríais para un primer viaje a Perú?
Saludos.
Wowww quedé impresionada con los detalles del Post, yo visité Chachapoyas por mi cuenta y al leerte recordé cada sitio visitado ya que casi tal cual lo realicé. Las fotografías son geniales, te felicito.
Me alegra mucho haberte hecho recordar tu visita a Chachapoyas, al final parte de los viajes es ese recuerdo que te queda de cada uno. Esta región de Perú es todavía muy desconocida y por eso la quería recomendar.
Un abrazo
¡Qué bonito escribes, Rubén! Me transportaste por un momento a un místico lugar que quiero conocer. Por lo que escribiste, entiendo que es un destino sólo para viajeros aventureros y exploradores. Hasta me atrevería a decir, para los valientes.
Muchas gracias por compartir este tipo de lugares poco visitados pero altamente recomendables. Invítame a tu próxima aventura. Jeje. Un abrazo Itinerante.
Chachapoyas fue el único lugar que queríamos pero no nos dio tiempo visitar durante nuestro viaje por Perú. No lo hicimos precisamente por lo que comentas: difícil acceso y que serían necesarios al menos 3-5 días para explorar la región. He leído este post con mucho interés y una vez más he decidido que quiero volver a Perú, aunque solo sea por visitar esta zona.Y me alegra saber que ahora se puede ahorrar el viaje en bus por carreteras sin asfaltar y en curvas 😉
¡Hola Rubén!
Nosotros estuvimos en Peru hace dos años y nos volvimos, sobre todo Andrea, con la espinita del norte, por supuesto con Chachapoyas incluido. Al final, no nos dio tiempo porque, como comentas, la cosa no es ir solo hacia el norte, sino que llegar a Chachapoyas es bastante complicado, aunque haya mejorado un poco los últimos años.
Somos unos enamorados de las culturas precolombinas y nos gustaría mucho visitar Kuelap, aunque no sé si me daría demasiado «yu yu», entre el teleférico y la altura… ¡Me ha encantado la catarata de Gocta, no la conocía!
Un saludo!
Cuando comencé a organizar nuestro viaje a Perú leí sobre esta región y otros lugares que finalmente quedaron fuera de nuestra ruta. En tres semanas había que elegir muy bien, el tiempo no daba para más y finalmente esta parte del país quedó en pendiente. Ahora que te leo y recuerdo los comentarios de un vecino peruano sobre Chachapoyas me queda claro que si en algún momento regreso a Perú una de las razones será este lugar.
Un saludo y felices fiestas.
Wowww, me has dejado con la boca abierta, al leerte parecía que me encontraba viendo una peli de Indiana Jones. ¡Cuanto me han gustado los paisajes y todo lo que visteis! no se si algún día podré viajar a Perú pero desde luego pongo Chachapoyas (el nombrecito tiene tela) en un lugar preferente para visitar. ¡Que maravilla!